En sus inicios cristianos la corona de Navidad representó, por su forma circular, (que no tiene fin) el amor entre Dios y su hijo y la corona que Jesús uso durante su crucifixión. Las ramas verdes con frutos rojos y cintas rojas, representaban la sangre de Cristo.
Hoy esta corona ha ido variando en formas, colores y diseños, cuya principal finalidad es dar la bienvenida a todos los visitantes al hogar.
Toma la corona y con cuidado, ve entrelazando ramas de sauce o eucaliptus entre medio, para darle más volumen.
Ahora, y para darle un toque de color a tu corona navideña, entrecruza las berries.
Ayúdate del alicate para cortar las hojas verdes. Cuando tengas una cantidad que consideres suficiente, introdúcelas también en la corona.
Con la pintura en spray, pinta las piñas. Preocúpate de hacerlo en forma pareja, dándolas vueltas a medidas que las vayas pintando.
Una vez que las piñas estén bien secas, pégalas a la corona con la pistola de silicona. Y para darle más textura, pégale las nueces y piedras blancas.
Por último y para darle un toque de brillo y luz a la corona, agrégale las varas doradas. ¡Tu corona ya está lista para lucirla!
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